En este caso se trata del solitario y vengativo Arkal, con una historia de lo más interesante y que muy probablemente acabará con un frío acero atravesando a alguien.
Espero que os guste. En breves tendremos el primer relato de partida!
Un saludo
Alabada sea la Espada Negra.
Arkal es un joven mercenario que
dedica su vida a realizar pequeños trabajos poniendo al servicio del cliente su
extraordinaria habilidad con la espada, gracias a que desde muy pequeño fue
entrenado por grandes maestros en el arte de la lucha.
Nació en la noble familia de los
Aglazor, situada en la región de Anrine, por lo que los problemas económicos
nunca fueron una de sus grandes preocupaciones y siempre tuvo aquello que
deseaba. Sin embargo, no se puede decir que fuese un chico especialmente feliz.
Aún con muchos lujos cubiertos, siempre se encontraba sólo puesto que era
huérfano de madre, y su padre Bárleon aunque le quería con locura, se ausentaba
continuamente para realizar gestiones propias de su rango de noble, así como
algunos asuntos misteriosos que Bárleon quería mantener en secreto.
Ese aislamiento hizo que el
tiempo que no dedicaba a entrenar, lo dedicase casi por completo a la lectura, lo
que le convirtió en una persona sumamente inteligente y con grandes saberes. Pero esa soledad
cambió cuando a sus 11 años conoció a Belverion, un chico poco mayor que él,
contratado por su padre para que cuidase su hogar e hiciese todas las labores
que se le encomendaran. Arkal y Belverion fueron uniendo lazos hasta
convertirse, con los años, en amigos inseparables.
Todo parecía ir progresivamente
mejor, hasta que con 19 años, la muerte de Bárleon hizo que se sumiera en un
pozo del que veía difícil salida. A partir de ese momento, la imagen de su
padre desangrado sobre la mesa de su despacho con un enorme cuchillo
sobresaliendo por detrás de su cabeza le perseguía noche tras noche. Pero aún
peor fue leer aquella nota arrancada de los pálidos dedos sin vida de su padre,
donde Belverion, con frías palabras, le detallaba que no había sido nada
personal y que un espía Harrasiano siempre debía cumplir con su cometido. Aquella
persona a quién consideraba un hermano, había sido el responsable y autor de la
muerte de su padre pero, ¿por qué querrían matar a Bárleon?, ¿quién contrató a
Belverion y le ordenó hacerlo?.
Al cabo de unos días, abatido por
la pena y la desesperación, Arkal cogió algunas de sus pertenencias y salió de
la que había sido su casa durante diecinueve años para no volver. Durante los
meses siguientes estuvo frecuentando bares, consumiendo drogas y gastando los
últimos ahorros que tenía en compañía de prostitutas.
Una mañana, después de haber
bebido considerablemente, y haber acabado inconsciente la noche anterior,
despertó arropado en una vieja casa con un fuerte hedor. De la puerta de la habitación, apareció un
hombre robusto de unos cincuenta años de pelo y barba blancos como la nieve. Su nombre era
Órgun, un exmilitar que afirmaba conocerle y se alegraba de verle después de
tantos años, según decía...
Tras una tranquila y apacible charla,
Órgun le contó, que Bárleon y él fueron grandes amigos en el pasado, pero
perdió todo contacto con él cuando tuvo que desaparecer y escapar de la
Corrección, acusado de tener creencias desvinculadas de Soid. Aunque Órgun no
quiso dar más detalles, hace años que perdió el contacto con su padre y por
ello Arkal no le recordaba después de tantos años. Después, Arkal le habló de
lo ocurrido hasta ese momento y por qué se encontraba en esa situación. Con
lágrimas en los ojos, Órgun le ofreció lo único que podía ofrecerle un hombre
como él, adiestrarle en el entrenamiento militar y su completa disposición para
ofrecerle toda la ayuda que humildemente pudiese proporcionarle.
Día tras día junto a Órgun, los sentimientos y las ideas de Arkal iban aflorando cada vez más, hasta llegar a tener lo que hacía ya mucho tiempo no tenía: una idea clara, un objetivo, una razón para seguir adelante… tener frente a frente a Belverion, preguntarle por qué, ver el miedo en sus ojos y poder saborear el momento en que el acero de su espada se deslice lentamente por su cuello.
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