lunes, 15 de diciembre de 2014

Historias de Personaje : Arkal

Pues aquí os dejamos, como cada semana, otra historia de uno de nuestros personajes.
En este caso se trata del solitario y vengativo Arkal, con una historia de lo más interesante y que muy probablemente acabará con un frío acero atravesando a alguien.
Espero que os guste. En breves tendremos el primer relato de partida!
Un saludo

Alabada sea la Espada Negra.



Arkal es un joven mercenario que dedica su vida a realizar pequeños trabajos poniendo al servicio del cliente su extraordinaria habilidad con la espada, gracias a que desde muy pequeño fue entrenado por grandes maestros en el arte de la lucha.
Nació en la noble familia de los Aglazor, situada en la región de Anrine, por lo que los problemas económicos nunca fueron una de sus grandes preocupaciones y siempre tuvo aquello que deseaba. Sin embargo, no se puede decir que fuese un chico especialmente feliz. Aún con muchos lujos cubiertos, siempre se encontraba sólo puesto que era huérfano de madre, y su padre Bárleon aunque le quería con locura, se ausentaba continuamente para realizar gestiones propias de su rango de noble, así como algunos asuntos misteriosos que Bárleon quería mantener en secreto.
Ese aislamiento hizo que el tiempo que no dedicaba a entrenar, lo dedicase casi por completo a la lectura, lo que le convirtió en una persona sumamente inteligente  y con grandes saberes. Pero esa soledad cambió cuando a sus 11 años conoció a Belverion, un chico poco mayor que él, contratado por su padre para que cuidase su hogar e hiciese todas las labores que se le encomendaran. Arkal y Belverion fueron uniendo lazos hasta convertirse, con los años, en amigos inseparables.
Todo parecía ir progresivamente mejor, hasta que con 19 años, la muerte de Bárleon hizo que se sumiera en un pozo del que veía difícil salida. A partir de ese momento, la imagen de su padre desangrado sobre la mesa de su despacho con un enorme cuchillo sobresaliendo por detrás de su cabeza le perseguía noche tras noche. Pero aún peor fue leer aquella nota arrancada de los pálidos dedos sin vida de su padre, donde Belverion, con frías palabras, le detallaba que no había sido nada personal y que un espía Harrasiano siempre debía cumplir con su cometido. Aquella persona a quién consideraba un hermano, había sido el responsable y autor de la muerte de su padre pero, ¿por qué querrían matar a Bárleon?, ¿quién contrató a Belverion y le ordenó hacerlo?.
Al cabo de unos días, abatido por la pena y la desesperación, Arkal cogió algunas de sus pertenencias y salió de la que había sido su casa durante diecinueve años para no volver. Durante los meses siguientes estuvo frecuentando bares, consumiendo drogas y gastando los últimos ahorros que tenía en compañía de prostitutas.
Una mañana, después de haber bebido considerablemente, y haber acabado inconsciente la noche anterior, despertó arropado en una vieja casa con un fuerte hedor.  De la puerta de la habitación, apareció un hombre robusto de unos cincuenta años de pelo y  barba blancos como la nieve. Su nombre era Órgun, un exmilitar que afirmaba conocerle y se alegraba de verle después de tantos años, según decía...
Tras una tranquila y apacible charla, Órgun le contó, que Bárleon y él fueron grandes amigos en el pasado, pero perdió todo contacto con él cuando tuvo que desaparecer y escapar de la Corrección, acusado de tener creencias desvinculadas de Soid. Aunque Órgun no quiso dar más detalles, hace años que perdió el contacto con su padre y por ello Arkal no le recordaba después de tantos años. Después, Arkal le habló de lo ocurrido hasta ese momento y por qué se encontraba en esa situación. Con lágrimas en los ojos, Órgun le ofreció lo único que podía ofrecerle un hombre como él, adiestrarle en el entrenamiento militar y su completa disposición para ofrecerle toda la ayuda que humildemente pudiese proporcionarle.


Día tras día junto a Órgun, los sentimientos y las ideas de Arkal iban aflorando cada vez más, hasta llegar a tener lo que hacía ya mucho tiempo no tenía: una idea clara, un objetivo, una razón para seguir adelante… tener frente a frente a Belverion, preguntarle por qué, ver el miedo en sus ojos y poder saborear el momento en que el acero de su espada se deslice lentamente por su cuello.

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